La ermita y área recreativa del Monte Faro (1.187m) corona la cumbre desde la que se dominan amplias vistas de las cuatro provincias gallegas. Los altos de esta sierra son suaves, ligeramente en llanura, y por su situación en la Dorsal Galega reciben abundantes precipitaciones, con años de nevadas.
En las laderas las formaciones boscosas autóctonas adquieren relevancia en el paisaje, tradicionalmente moldeado por la actividad agroganadera. Se conservan entre las tierras de labor buenas muestras de robledales, con ejemplares de gran porte en algunas zonas.